Enredos en las Redes

Hasta hace pocos años, las personas éramos capaces de vivir –y sobrevivir– sin redes sociales y mensajes instantáneos. Hoy es casi imposible; las plataformas digitales e informáticas nos definen y transforman en “algo” que todavía no acabamos de comprender.

El marketing político es ejemplo evidente de esta revolución comunicativa. A unas horas de la histórica elección presidencial en Estados Unidos, esta nación consolidará su experiencia en el uso de redes digitales como poderosos frentes de batalla propagandística, dejando atrás a los medios convencionales. Según el Centro de Investigación Pew, 44% de los adultos estadounidenses reconoció haberse informado sobre las campañas políticas a través de estas plataformas.

Con los e-mails, Hillary Clinton recibió el más fuerte golpe a su campaña por haber usado su correo personal para comunicaciones oficiales, pero en las redes buscó recuperar fuerza: concluyó su campaña con más de 6 millones de seguidores en Twitter y un número similar en Facebook, aunque fue amplia y cuantitativamente superada por Donald Trump.

No subestimemos los inagotables e influyentes memes, frases, fotos, animaciones, infografías y videos, transmitidos en Facebook, YouTube, Instagram, Twitter, Linkedin, Snapchat y muchas otras redes, que constituyen los nuevos diarios, modernas salas de juntas, centros de debate, aulas de enseñanza, plazas de protesta, foros de opinión sin reservas, reuniones sociales y la más efectiva vía de denuncia.

Revisemos por ahora el caso de WhatsApp, aplicación concebida por Jan Kuom y Brian Acton, adquirida por Facebook en 2014, que ha logrado en un plazo récord conectar a más de 1,000 millones de personas, intercambiando aproximadamente ¡¡50,000 millones de mensajes diarios!!

En México, según reportes de la empresa de medición de medios digitales ComScore, WhatsApp fue la aplicación más utilizada el pasado septiembre: casi 40 millones de personas (la tercera parte de la población) dedicó -en conjunto- 22 mil 700 millones de minutos a esta plataforma de mensajería. Esta herramienta o nueva especie de “asistente personal” multifuncional sin horarios ni límites, accede a la privacidad, pero este colaborador no es 100% discreto.

WhatsApp delata a los usuarios cuando han recibido o leído un mensaje, si están conectados y en qué momento dejaron de hacerlo. Adicionalmente, los términos de privacidad recién impuestos a esta App, por ser parte del grupo de Mark Zuckerberg, señalan que WhatsApp puede compartir con las demás filiales, incluidos Facebook e Instagram, datos de usuarios como números de teléfono, contactos y hábitos. Estas condiciones de privacidad no son las que originalmente aceptaron los usuarios del servicio. Aunque la empresa alega que el respeto a la privacidad de sus usuarios está garantizada, diversos sectores en el mundo han expresado sus dudas de que la evolución e intercambio de información garantice seguridad y certeza jurídica. Mientras tanto, las redes siguen creciendo exponencialmente.

CODEPENDENCIA SOCIAL

La sicología define al codependiente emocional como una persona que no puede definir límites y permite la invasión a su intimidad. ¿Será que la inmensa comunidad wasapera está dispuesta a ignorar estos detalles a cambio de mantener sus apegos, grupos de mensajes y su presencia en el ciberespacio?


Ve el artículo original en El Economista, da click aquí