Cargo muy particular

El Jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, anunció restructuras en los cargos de jefe de la Oficina del titular del Gobierno capitalino y la subsecretaría de Gobierno. Los tiempos y la responsabilidad de esos puestos obligan a una lectura evidente. En el sprint hacia el 2018 será Luis Serna, el colaborador más cercano a Mancera, quien tome esas estafetas dando relevancia a lo que representa ser un secretario particular y jefe de oficina de un funcionario de alto nivel.
Estas posiciones, vinculadas a la confianza, secrecía y obediencia política, se remontan a muchos casos históricos. En tiempos revolucionarios, Luis Aguirre Benavides demostraba la envergadura de tal deferencia como secretario particular de Gustavo A. Madero y del mismísimo jefe del Ejército de la División del Norte, Francisco Villa. Recuperó el cuerpo del primero tras su asesinato en la Ciudadela y consiguió mesurar algunos excesos del segundo. Al hablar de su cargo, lo describía como una mezcla de mecanógrafo, tesorero, ayudante y consejero. Un siglo después, nada ha cambiado, salvo la adicción al texting.
Pero fue Juan Sánchez Azcona, secretario particular de Francisco I. Madero, quien definió la complejidad de esta responsabilidad al afirmar que la secretaría particular en la Presidencia era más difícil de manejar que cualquier Secretaría de Estado.
De la relevancia del cargo, en la época contemporánea, dieron cuenta Emilio Gamboa -hoy líder de los senadores del PRI-, como secretario particular de Miguel de la Madrid; José Córdoba Montoya como jefe de la Oficina de la Presidencia de Carlos Salinas; Liébano Sáenz, como secretario particular de Ernesto Zedillo; Emilio Goicoechea, con Vicente Fox; Roberto Gil -actual presidente del Senado- como particular de Felipe Calderón, y el actual titular de la SEP, Aurelio Nuño, como entonces jefe de la Oficina de la Presidencia al inicio de la gestión de Enrique Peña Nieto.
Oficina del presidente, secretaría particular, secretaría de la presidencia… En palabras del propio Liébano Sáenz (La Presidencia Moderna), el cargo cambia de nombre pero la esencia perdura. “Allí concurren todos los intereses representativos de la Nación, a través de sus liderazgos, a expresar sus visiones sobre el acontecer nacional. En no pocas ocasiones es una suerte de diván del país, un espacio de conversación directa entre los actores de la vida nacional”.
¿Qué motiva a los políticos? Probablemente sus ansias de poder, ambición desmedida por el dinero, necesidad inagotable de reconocimiento y protagonismo, lazos familiares, complicidades de todo tipo, servirse de, o servir a, México. Como señala Elías Romero (Excelsior, 2014): “se hablan sin palabras, se comunican sin papeles y se entienden sin explicaciones”.

2018

Frente a la ya iniciada contienda política por la Presidencia nacional, algunos apuestan al bajo perfil. Observemos a Alejandro Esquer con AMLO, Eduardo Espinosa con Luis Videgaray, María Mercedes Aguilar con Rafael Moreno Valle, Alejandro Sánchez con Miguel Ángel Osorio Chong y al propio Luis Serna en la CDMX, entre otros.
Los políticos autoreprimen sus emociones, se autoconvencen de realidades personalísimas pretendiendo hacerse, con el cargo, imperecederos. A fin de cuentas, ¿Cómo identificar a quiénes verdaderamente sirven a México?